Un “ermitaño” sin votos en tiempos de persecución de la jerarquía a la Misa tradicional
No estoy bajo la obediencia del obispo diocesano por ningún tipo de votos ni pertenezco a ninguna familia espiritual. En los tiempos que corren, creo que es la manera de no ser cancelado por un funcionario eclesiástico.
Visto una sencilla túnica blanca mientras estoy en la ermita, pero visto con pantalones cuando salgo de ella para hacer gestiones y compras o asistir a Misa.
Cultivo la pequeña parcela de tierra en lo que era un patio, que ahora es todo huerto, y tengo cuatro gallinas en el corral y un perro, que durante el día está fuera, atento a cualquier visita inesperada, y por la noche duerme bajo el mismo techo que yo. El corral está dividido en dos partes: el gallinero y una pequeña leñera donde corto también las piezas de madera que luego tallo y vendo.
La casa está distribuida a la manera de una ermita cartuja o camaldulense. Lo vi en la Camáldula y me pareció muy sabio. Tengo un pequeño espacio cocina / comedor, un oratorio, escritorio y pequeño taller, donde trabajo en la artesanía que después vendo en ferias y mercadillos. Tengo muy pocos ingresos, pero también muy pocos gastos.
Me levanto muy temprano y rezo todas las Horas del Oficio Divino monastico benedictino de 1963, el mismo que rezan los monjes de la Abadía de Le Barroux, excepto las maitines. Aún no he conseguido levantarme durante la noche y volver a conciliar el sueño. El hecho de poder rezar "con" los monjes a través de su web es una gran ayuda para aprender a alabar a Dios mediante el Oficio Divino con canto gregoriano.
Voy a dormir muy temprano, con la puesta de sol en invierno y sobre las 21.00 en verano. Una pequeña estufa de leña calienta los pocos metros cuadrados de la ermita cuando hace falta.
En la vivienda hay un espacio de oratorio, a modo de celda de ermitaño; un crucifijo, una imagen de la Virgen, un reclinatorio y velas. No se precisa más. Oficio Divino, rosario diario y otras oraciones. Es la ocupación principal, gastar mi vida purgando mis pecados, intercediendo por la conversión de los pecadores y la restauración de la Misa tradicional, la que me sumergió en la vida más intensa y profunda.
También estudio. Intento formarme en la doctrina y la fe de la Iglesia de siempre. La de antes del Concilio Vaticano y las corrientes modernistas que llevaron a él y que, en él, con la connivencia de Pablo VI, secuestraron a la Iglesia de Cristo.
Y salgo poco de aquí. Los domingos y fiestas de guardar para recibir dirección espiritual, confesarme y asistir a Misa tradicional en Barcelona. Y algún que otro día para comprar, hacer gestiones administrativas y vender las piezas de mi trabajo manual.
Cuando me mudé aquí en 2023, traía la idea de dirigirme al obispo para consagrarme en la vida eremítica. Sin embargo, tras discernir largamente el tema con mi director espiritual, decidí que era mejor no hacerlo, puesto que los consagrados y sacerdotes que intentan vivir de manera fiel a la Iglesia y la liturgia de siempre son perseguidos, marginados y cancelados hoy en día por la jerarquía eclesiástica. Vivir de esta manera me da la libertad de obedecer a Dios antes que a los hombres que no tendría si fuera consagrado. Es la vida más “desnuda” de un bautizado, que se corresponde con la sencilla regla de san Benito, que intento aplicar a mi vida: orar, trabajar y estudiar.
La regla de san Benito indica que sólo los probados en la vida cenobítica pueden vivir como ermitaños. “Gracias a la ayuda de muchos – dice – uno se prepara para luchar contra el demonio”. Yo, sin embargo, me he venido aquí sin experiencia comunitaria previa. Mi "comunidad" son unos cuantos locos de Cristo que vienen de vez en cuando a hacer retiros a la intemperie, largas caminatas, fuego, dormir al raso y rezar; y las personas con quienes me reúno a dar el culto debido a Dios en la Misa dominical en Barcelona (o donde sea; a veces, en domicilios privados).
Cuando restauré esta vieja casa de piedra, construí un pequeño anexo de unos 30 m2 para que fuera una capilla, con su altar adherido a la pared oriental. Aquí viene de vez en cuando algún sacerdote a celebrar en modo catacumbas la Misa tradicional. La mayor parte de las veces estamos los dos solos, aunque alguna vez acuden personas que hacen muchos kilómetros para llegar.
Mi director espiritual, hombre sabio y con problemas con su obispo, es una referencia constante. Ante él he profesado votos privados de castidad, pobreza y obediencia. Como estudio fundamentalmente a los Padres de la Iglesia, conozco las vidas de algunos de ellos y no descarto que me ocurra como a san Jerónimo quien, con muy poca experiencia de vida común, marchó al desierto en Siria y en sólo dos años las tentaciones de la carne le consumieron de tal manera que hubo de abandonar. Yo ya estoy más cerca de los cuarenta que de los treinta, pero tengo muy claro que el demonio anda siempre rondando, rugiendo como un león, buscando a quién devorar; así que intento permanecer en vela y firme en la fe.
Y de las lecturas y las reflexiones y oración a partir de ellas es de lo que pretendo ir hablando. Escribir estructura la mente y ayuda a asentar los pensamientos. Por eso, como tengo conexión a internet en medio del desierto, me he decidido a lanzar este espacio con reflexiones sobre el estado de devastación en que se encuentra la Iglesia Católica y sobre restauración de la Tradición como única alternativa.
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